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La ciudadanía juvenil en las sociedades modernas



Un concepto clave en la formación ciudadana y que conlleva a una constante disputa teórica es el de ciudadanía. La ciudadanía puede ser entendida como un concepto de pertenencia a una comunidad humana conformada por derechos políticos y sociales. Esta definición está estrechamente relacionada con la idea de nación y nacionalidad. La nación se constituye negando a otros la pertenencia: por ejemplo, un rango determinado de características nos define como chilenas/os. Quienes no cumplan con esos requisitos, se enfrentan a diversos obstáculos, tanto políticos como sociales, para hacerse parte de una comunidad, y para así posteriormente, poder obtener la condición de ciudadana/o.

Lo anterior responde más bien a una mirada institucionalista de cómo concebir la ciudadanía. La principal debilidad de este enfoque es concentrarse meramente en un marco legal y normativo de lo que se piensa por ciudadanía. Más allá de estar de acuerdo o no, este enfoque no contempla la integridad del cuerpo ciudadano. Si adoptamos otros marcos, podríamos darnos cuenta que la ciudadanía varía en torno a determinadas variables: clase social, género, grupo etario, entre otros, y no solo responde a una mirada institucional que concibe a la ciudadanía un marco de nacionalidad.

Ahí radica su importancia, ya que abre un espacio muy poco explorado en la historia política del país: la juventud. Es importante preguntarnos ¿Cuál es el papel de la juventud en una sociedad moderna? Constantemente la respuesta a esta interrogante recae en que los jóvenes son el futuro -lo cual es entendido como obvio- ya que ellos crecen para convertirse en el sostén de un país. Sin embargo, ¿Qué pasa si se piensa en la juventud como el presente? Las sociedades modernas están llenas de rituales que ubican a los jóvenes en una quieta observancia, mirando atentos, creando experiencia, y posando en ellos expectativas que los preparen para la vida real. Dejando en evidencia una juventud dormida que espera el turno de ser adultos, y asi, alcanzar la seriedad.

Esto refleja una gran estrechez en la visión de juventud que se tiene en las actuales sociedades modernas. Desde Observa Ciudadanía proponemos tres elementos para la construcción de un perfil ciudadano: conocimientos, experiencias y valores.

En la actualidad nos encontramos ante una escasez de estos tres elementos, que no pueden entenderse, de forma separada. El sistema educativo chileno, claramente, carece los tres pilares de este perfil. A partir de esto, no es difícil obtener conclusiones sobre la noticia en la que el 57% de los estudiantes de 8° Básico estaría de acuerdo con un régimen autoritario. A partir de esto, dos ideas principales surgen: 1) Por un lado, nuestra juventud no cuenta con un principio político democrático; probablemente, la democracia se entiende como una forma política más; y 2) quienes están dentro de ese 57%, aprobarían una dictadura con condiciones: si esta asegurara orden y seguridad. Lo preocupante de este punto, es que los y las jóvenes no ven en la democracia la posibilidad de generar estabilidad y construir de esta forma comunidad.

El ítem de experiencias es fundamental, ya que no se puede tener ciudadanos/as con valores democráticos, si tendremos una ciudadanía tardía. La ciudadanía se construye desde la infancia y la juventud, en la sala de clases, al sentarse en la mesa en familia, en el barrio y con amigos. Como pregunta abierta y de espacio de reflexión es importante preguntarnos ¿Qué otros escenarios de construcción ciudadana se te ocurren?

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